jueves, 31 de agosto de 2017

Sigues bailando porque te gusta vivir.

Se abre el telón, se encienden las luces y suena la música.
Ante el público, entregas tu cuerpo a tus emociones, a esa mano que ayuda, que consigue elevarte por mucho que los pies permanezcan en el suelo.


Empiezas a bailar y hablas a través de los sentimientos representados por tu cuerpo, dejándote llevar.
Hablas con la pasión de vivir que te invade por dentro.
Bailas porque sientes como si volvieses a nacer y vieses a tus padres celebrando tu nacimiento,
como si el grupo que se separó decidiese juntarse para dar el último concierto,
como si estuvieses subiendo la escalera que da al cielo,
como si la ola más grande se congelase para que pudieras cogerla sin miedo y,
como si te reencontrases con el amor de tu vida en el altar para daros el sí quiero.
Amas la vida porque es baile.


Se cierra el telón, se apagan las luces y se para la música,
pero tú sigues bailando.
Permanece esa mano que ayuda, esa emoción que guía,
por mucho que las luces se hayan apagado, por mucho que la música haya acabado.


Pero tú sigues bailando,

sigues bailando porque te gusta vivir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario